El Liceu presenta la versión realista de Bárbara Lluch de «La sonnambula» (Bellini), con las voces de Nadine Sierra y Xabier Anduaga

El Liceu presenta la versión realista de Bárbara Lluch de «La sonnambula» (Bellini), con las voces de Nadine Sierra y Xabier Anduaga

El Gran Teatre del Liceu presenta La sonnambula de Vincenzo Bellini, en una coproducción con el Teatro Real, el New National Theatre Tokyo y el Teatro Massimo di Palermo, bajo la dirección escénica de Bárbara Lluch. La gran soprano estadounidense Nadine Sierra encarna a Amina junto al reconocido tenor vasco Xabier Anduaga, que interpretará a Elvino. Los papeles principales se completan con el bajo barítono Fernando Radó (conde Rodolfo), la mezzosoprano Carmen Artaza (Teresa) y la soprano Sabrina Gardez (Lisa). Con la dirección de Lorenzo Passerini, la escenografía de Christof Daniel Hetzer y la iluminación de Urs Schönebaum, la directora de escena Bárbara Lluch ambienta la historia en un espacio nocturno y gótico en el que la protagonista debe luchar contra sus demonios interiores y una cruel intolerancia social.

 

En una coproducción con el Teatro Real, el New National Theatre Tokyo y el Teatro Massimo di Palermo, el Gran Teatre del Liceu presenta la lectura realista de La sonnambula de Bellini de la distinguida directora de escena Bárbara Lluch. Lluch ofrece una producción con una visión cruda y pragmática del libreto, donde La sonnambula se presenta como una víctima de una injusta intolerancia social. Esta producción podrá verse en un total de siete funciones, del 22 de abril al 8 de mayo, además de la función exclusiva para la comunidad Under35 el 16 de abril.

 

La gran soprano estadounidense Nadine Sierra interpretará el papel de Amina, acompañada por el reconocido tenor vasco Xabier Anduaga, quien dará vida a Elvino. Los papeles principales se completan con el bajo-barítono Fernando Radó como el Conde Rodolfo, la mezzosoprano Carmen Artaza en el rol de Teresa, la soprano Sabrina Gardez como Lisa, el barítono Isaac Galán como Alessio y el tenor Gerardo López como Notario. El segundo reparto estará formado por la soprano Caterina Sala como Amina y el tenor Omar Mancini como Elvino los días 16 de abril y 7 de mayo.

 

© Javier del Real | Teatro Real

 

La directora de escena Bárbara Lluch, junto con la dirección musical de Lorenzo Passerini, la escenografía de Christof Daniel Hetzer, el vestuario de Clara Peluffo Valentini y la iluminación de Urs Schönebaum, traslada la historia a un escenario oscuro y gótico, donde la protagonista debe luchar contra sus propios temores y la implacable intolerancia que la rodea.

 

Bárbara Lluch refuerza en esta producción un mensaje contra los juicios paralelos y una reflexión actual sobre el maltrato y las relaciones tóxicas. La producción presenta una estética inspirada en la imaginería gótica, con ambientes nocturnos propios de una pesadilla y una iluminación que refuerza la estética del claroscuro. La danza tiene un papel importante en esta propuesta de Lluch, ya que una coreografía que representa los demonios interiores acompaña a la protagonista en todo momento.

 

© Javier del Real | Teatro Real

 

Una reflexión sobre el maltrato y las relaciones tóxicas

 

Bárbara Lluch ofrece una lectura seria y profundamente reflexiva de la ópera, donde Amina deja de ser la joven afortunada de un final idílico para convertirse en una víctima de una sociedad intolerante e irreflexiva. La propuesta escénica sitúa la acción en 24 horas de la vida de Amina, con una escenografía diseñada por Christof Daniel Hetzer, concebida para que cada espectador interprete dónde y cuándo transcurre la historia. Esta atmósfera de misterio se refuerza con el diseño de iluminación de Urs Schönebaum, que alterna texturas rojas y puntos de sombra para crear una sensación propia de la nocturnidad y del terror literario.

 

Siguiendo la música y el argumento original de Bellini, La sonnambula es una ópera cautivadora, construida a partir de melodías de una belleza fascinante, que aparentemente termina con un final feliz: Amina y Elvino se casan tras resolverse un malentendido. Pero Lluch pone el foco en los elementos inquietantes que esconden las convenciones del libreto.

 

Amina, víctima de su sonambulismo, es acusada de infidelidad después de haber caminado inconscientemente hasta la habitación del conde Rodolfo. Sin derecho a defenderse, el pueblo la condena moralmente mientras exculpa completamente a Rodolfo. Lluch explora estos aspectos subyacentes, reforzando el misterio y la oscuridad latente en la historia con la aparición de personajes siniestros que rodean a Amina: unas sombras que representan sus demonios interiores.

 

Estas figuras están interpretadas por los bailarines de la compañía Metamorphosis Dance, bajo la dirección coreográfica de Iratxe Ansa e Igor Bacovich, que aportan dinamismo y tensión a la escena. A través de esta coreografía simbólica, Lluch subraya la incapacidad de Amina para distinguir entre el sueño y la vigilia, un hecho que la mantiene en un estado de vulnerabilidad constante.

 

En esta versión, La sonnambula se revela como una pesadilla que pone en evidencia la crueldad social. Amina no solo es víctima de su entorno por el hecho de ser una mujer —el conde Rodolfo no es cuestionado en ningún momento—, sino también de una sociedad que prioriza el juicio inmediato por encima de la comprensión racional de los hechos, una reflexión que conecta con problemáticas contemporáneas. Así, Lluch transforma La sonnambula en una historia inquietante donde el verdadero terror no proviene de los fantasmas, sino de una comunidad que se convierte en un monstruo cuando juzga sin pruebas.

 

© Javier del Real | Teatro Real

 

El argumento: La joven que amaba en sueños

 

La sonnambula, obra maestra indiscutible del bel canto, fue la séptima ópera de Vincenzo Bellini y un éxito abrumador en Italia y más allá, consolidando al compositor como el gran creador de melodías de su tiempo. El encargo de componer esta ópera llegó en 1830, cuando Bellini tenía solo 28 años. En aquel momento, Gioachino Rossini se había retirado (en 1829), y el bel canto, que dominaba el lenguaje operístico italiano, buscaba un nuevo referente. Entre los principales candidatos destacaban Bellini y Gaetano Donizetti.

 

Bellini se inspiró en una historia amable y cercana al vodevil, escrita por el dramaturgo francés Eugène Scribe, que había triunfado en París como comedia y también como ballet-pantomima. Con su libretista habitual, Felice Romani, Bellini trabajó con gran rapidez para dar forma a esta ópera, posponiendo incluso otro encargo que había recibido para La Scala, donde ese mismo 1831 estrenaría su célebre Norma.

La sonnambula se presentó como una ópera semiseria, con momentos de gran tensión emocional y un final feliz. Su argumento nos traslada a un pueblo de los Alpes suizos, donde Amina, una joven molinera, está prometida con Elvino. Justo antes de la boda, llega al lugar un noble de edad avanzada, el conde Rodolfo, que queda fascinado por la belleza de Amina y por su parecido con una mujer que había conocido muchos años atrás.

 

Esa misma noche, Rodolfo recibe la visita de dos mujeres en la posada donde se hospeda: Lisa, la antigua prometida de Elvino, que intenta seducir al conde por despecho, y Amina, que, sin saber que padece sonambulismo, camina dormida hasta la habitación de Rodolfo. Amina lo confunde con Elvino e intenta besarlo. Lisa, que lo presencia todo, aprovecha la ocasión para acusarla de infidelidad ante todo el pueblo. Elvino, humillado, rompe el compromiso con Amina.

 

En el segundo acto, Rodolfo intenta apaciguar los ánimos y ofrece una explicación racional al enredo: revela que Amina sufre sonambulismo y que no era consciente de sus actos. En una escena final cargada de suspense, Amina vuelve a caminar dormida y pone en peligro su vida al cruzar un puente en ruinas. El pueblo, testigo de su estado, la comprende finalmente, y Elvino la perdona. La boda se celebra y el amor triunfa.

 

© Javier del Real | Teatro Real

 

La música

 

En la ópera se trata un tema puramente romántico —la pasión amorosa, acompañada aquí por un conflicto entre la superstición y la ciencia— con un lenguaje musical de una belleza transparente. La sonnambula tiene algunas de las melodías más perfectas y difíciles de la breve carrera de Bellini, sobre todo las del papel protagonista de Amina, y junto con sus últimas obras antes de su prematura muerte en 1835, Norma e I puritani, conforma uno de los repertorios más irresistibles de la mejor época del bel canto italiano.

 

La ópera exige un alto virtuosismo por parte de los intérpretes, especialmente en los personajes principales de Elvino y Amina. Tanto el tenor vasco Xabier Anduaga como la soprano norteamericana Nadine Sierra brillan en estos roles, no solo por su presencia escénica, sino también por su dominio técnico y expresivo. Tal como apunta la directora de escena Bárbara Lluch, hay muy pocos cantantes que puedan asumir estos personajes con este nivel de excelencia como los que subirán al escenario en esta coproducción.

 

Dos de las arias más destacadas de La sonnambula son el aria del tenor Son geloso del zefiro errante, que expresa sus sentimientos de inseguridad hacia Amina, y el aria de entrada de Amina: Care compagne, e voi, tenere amici, una de las más representativas del carácter de la protagonista, ambas del Acto I. Entre los momentos musicales clave se encuentran también el dúo de los enamorados Prendi, l’anel ti dono, en el Acto I, de Elvino y Amina, el día antes de su boda. La parte vocal del tenor es puro bel canto: una melodía cautivadora y aérea que responde en la misma tesitura de Amina hasta el momento en que las dos voces se unen de manera celestial. También en el primer acto, Che veggio?, de Rodolfo, Amina y el coro, representa la primera escena de sonambulismo, con la presencia de Rodolfo, a la que se suma el coro y se convierte en el primer gran momento dramático de la ópera. En el segundo acto, Ah! Non credea mirarti, el aria final de Amina, es el momento más célebre de la ópera y uno de los momentos más destacados de toda la trayectoria de Bellini.

 

© Javier del Real | Teatro Real

 

Nadine Sierra y Xabier Anduaga protagonizan La sonnambula al Liceu

 

El papel de Amina en La sonnambula se considera aún hoy uno de los más difíciles de todo el repertorio operístico, solo al alcance de voces privilegiadas que pueden combinar la agilidad de la juventud con la técnica que solo se puede alcanzar con la experiencia. En esta coproducción del Gran Teatre del Liceu, esta responsabilidad recaerá en la soprano norteamericana Nadine Sierra, una de las mejores voces ligeras de su generación, que ha consolidado su trayectoria ascendente como un prodigio de la técnica vocal y la emoción, y que regresa al escenario del Liceu después de conquistar al público barcelonés con su inolvidable interpretación de Violetta Valéry en La traviata de Verdi.

 

Nadine Sierra cantará en seis de las siete funciones programadas de La sonnambula, con la italiana Caterina Sala interpretando a Amina en la función del 7 de mayo, así como en la especial función del 16 de abril, dedicada exclusivamente a la comunidad LiceUnder35. En el papel de Elvino, el tenor vasco Xabier Anduaga, también llega a estas funciones en un momento brillante de su carrera. Para las funciones del 16 de abril y el 7 de mayo, el relevo de Anduaga será asumido por el italiano Omar Mancini.

 

Los otros personajes de La sonnambula, también muy exigentes, serán interpretados por artistas de renombre: el bajo-barítono argentino Fernando Radó (conde Rodolfo), la mezzosoprano Carmen Artaza (Teresa) y la soprano barcelonesa Sabrina Gardez (Lisa). Los papeles menores de Alessio y el Notario serán interpretados por el barítono Isaac Galán y el tenor Gerardo López, respectivamente.

 

La ópera será dirigida por el joven maestro Lorenzo Passerini, una de las estrellas emergentes en la constante revitalización del repertorio lírico italiano.