El Réquiem de Verdi inicia la temporada del Municipal de Santiago
En el Municipal de Santiago, después de dos años de trabajo remoto, se cumplen dos esperados hitos: el retorno del reconocido conductor Roberto Rizzi Brignoli al Teatro, esta vez como director titular de la Orquesta Filarmónica de Santiago; y el reencuentro en el escenario de la mencionada orquesta con el Coro del Municipal de Santiago, que es dirigido por Jorge Klastornick. Como solistas participarán los destacados cantantes Carolina García-Valentín (soprano chilena), María Luján Mirabelli (mezzosoprano ítalo-argentina), Pedro Espinoza (tenor chileno) y Homero Pérez-Miranda (bajo-barítono cubano-chileno).
Tras una larga espera marcada por las restricciones de la pandemia, la Orquesta Filarmónica de Santiago finalmente recibirá en Chile a su director titular, el destacado director italiano Roberto Rizzi Brignoli.
El experto en repertorio operístico italiano y francés estará al frente de este cuerpo musical en la Misa de Réquiem de Giuseppe Verdi, obra que abrirá la temporada del Teatro Municipal de Santiago del 5 al 12 de marzo, y que será acompañada por el Coro del Municipal de Santiago dirigido por Jorge Klastornick, así como un grupo de destacados solistas nacionales compuesto por la soprano chilena Carolina García-Valentín, la mezzosoprano ítalo-argentina María Luján Mirabelli, el tenor chileno Pedro Espinoza y el bajo-barítono chileno Homero Pérez-Miranda.
Este será el primero de varios conciertos en el año que estarán bajo la batuta de Roberto Rizzi Brignoli, estrecho colaborador del Teatro alla Scala de Milán que en 2020 fue nombrado director titular de la Orquesta Filarmónica de Santiago, pero que en los últimos dos años debió acompañar a los músicos a la distancia. El concierto además marcará la reunión en el escenario entre dicha orquesta y el Coro del Municipal de Santiago, en el retorno a la presencialidad de este último.
“Escogimos iniciar la temporada con el Réquiem de Verdi porque con lo que hemos vivido, pensamos necesaria una reflexión sobre el sentido de la vida y la muerte. Este es un réquiem laico que puede ser para todos y que tiene la increíble cualidad de mover el corazón y el alma a un momento de reflexión, personal e íntimo, además ofrecer momentos musicales emocionales, con energía y fuerza”, dice Roberto Rizzi Brignoli.
“Los músicos tienen un nivel, una potencia y una calidad muy altas y creo que podemos hacer grandes cosas juntos. También es un momento importante para el coro, ya que es la primera obra completa que interpretan después de dos años. Hay un futuro que se abre a partir de este momento y estoy verdaderamente contento de estar aquí para empezar este trabajo en el Teatro”, agrega el conductor.
Por su parte, Carmen Gloria Larenas, directora general del Teatro Municipal de Santiago, señala: “En los tiempos actuales, cuando la pandemia ya comienza su tercer año y soplan vientos de guerra, la vida y la muerte están presentes y latentes, haciéndonos reflexionar. Por eso, una obra como ésta trasciende de una manera diferente en estas circunstancias. La interpretación de la Orquesta Filarmónica de Santiago y del Coro del Municipal de Santiago le darán nueva vida”.
Realizada en memoria de su amigo, el escritor y defensor del proyecto de reunificación italiana, Alessandro Manzoni, la Misa de Réquiem de Verdi marcó el retorno del compositor italiano a la música sacra con una obra estructurada en siete partes que resumen la secuencia tradicional del rito fúnebre católico romano. Se trata de una composición extensa y grandilocuente, estrenada en la Catedral de San Marco en Milán en 1874, que desde el punto de vista de la instrumentación, demanda un colectivo orquestal y vocal numeroso, que abarca casi la totalidad del registro, rango tonal y las posibilidades tímbricas que se encontraban en uso hacia finales del siglo XIX.
Por otro lado, la Misa de Réquiem de Verdi utiliza una escritura con abundantes técnicas compositivas y efectos sonoros que, aunque en ocasiones tensionan los cánones del lenguaje musical tradicional, expanden los límites expresivos y el potencial dramático de la composición, logrando transmitir las atmósferas de contemplación, terror, melancolía, esperanza y otros afectos que recoge la liturgia latina de difuntos.