«Lady Macbeth de Mtsensk» (Shostakóvich) inaugura la Temporada 24/25 del Liceu
En la temporada que celebra el 25 aniversario de la reapertura del Teatre, el Liceu estrena una nueva producción de su artista residente, Àlex Ollé, de la ópera Lady Macbeth de Mtsensk de Dmitri Shostakóvich. Influida por el expresionismo musical y cinematográfico, la segunda y última ópera de Shostakóvich es una obra marcada por la tensión, un thriller vertiginoso. Josep Pons, director musical de la casa, hace brillar una partitura que tiene en sus principales roles a Sara Jakubiak/Ángeles Blancas (Katerina), Pavel Černoch /Ladislav Elgr (Serguei), Alexei Botnarciuc (Boris) e Ilya Selivanov (Zinovi).
El Liceu abre las puertas de la temporada 24/25 con Lady Macbeth de Mtsensk de Dmitri Shostakóvich con una nueva producción del artista residente del Teatro, Àlex Ollé. Un año más, el maestro Josep Pons se encarga de dirigir la primera ópera de la temporada, que estará en el escenario del Gran Teatre del Liceu del 25 de septiembre al 7 de octubre (esta última función Under35).
Argumento
En la novela original de Nikolái Leskov, Katerina Ismailova , resentida con su vida aburrida, comete adulterio y una serie de asesinatos. Al final, muere ahogada junto con Sonietka, quien le ha quitado el amante, Serguei, mientras son deportadas a un campo de trabajo. Leskov la presenta como merecedora de un castigo ejemplar, pero en la adaptación operística de Shostakóvich, Katerina se muestra como una víctima de una sociedad corrupta y patriarcal. El compositor trata a su personaje con más compasión, viendo sus crímenes como intentos desesperados de liberarse.
Producción
En esta nueva producción, Ollé juega con la idea de la cárcel: cada situación y cada localización de la ópera es una metáfora de la sociedad corrupta y del ambiente tóxico que rodean a Katerina y que le hacen tomar su desesperado camino de perdición. Alfons Flores, el escenógrafo habitual de Ollé, ha diseñado para esta producción un sistema de placas móviles de textura oxidada que, en el movimiento, permiten crear espacios asfixiantes y corrompidos: el primero es la habitación de Katerina, pero también sirve para crear el espacio de la comisaría y las columnas de prisioneros hacia Siberia. También, como ya hizo Ollé en la producción de Pelléas et Mélisande (Debussy), el suelo del escenario estará cubierto por una superficie líquida, un detalle que tiene una lectura metafórica, dado que es en el agua donde Katerina morirá ahogada para escapar finalmente de su vida degradada. En este sentido, el escenario está cubierto por una piscina con capacidad para 10.000 litros de agua, parte de un sistema sostenible creado por el Liceu que aprovecha las aguas freáticas del Teatre. Estas aguas pasan por un proceso de tratamiento y desinfección, y se mantienen en un circuito interno para evitar el desperdicio de agua.
Otro aspecto destacable de esta ópera es el ritmo trepidante. Shostakóvich dividió la acción en cuatro actos, pero realmente su estructura consiste, más bien, en la unión de varias escenas separadas por interludios instrumentales. A comienzos de la década de 1930, Shostakóvich había compuesto bandas sonoras para la industria soviética del cine, y estaba familiarizado con el concepto de montaje. Lady Macbeth de Mtsensk es, por tanto, una ópera claramente influida por el ritmo cinematográfico, y la partitura subraya continuamente los momentos de mayor impacto visual. Lo más característico es el primer encuentro sexual entre Katerina y Serguei, pero lo mismo se puede decir del intento de violación grupal de Axinia en el primer acto, la muerte por envenenamiento de Boris en el segundo, o la escena final en que, después de comprender que Serguei ya no le quiere, la protagonista se lanza al río arrastrando a Sonietka. Si Lady Macbeth fuera una película, ¿de qué género sería? Sin duda, un trepidante thriller con grandes dosis de violencia, tensión y sexo. La producción de Ollé, por tanto, promete conservar este ritmo rápido y profundizar en Katerina a partir de su primera capa de significado, que es la de la asesina que nos fascina por la desmesura de su crueldad.
La música
Shostakóvich escribió el papel de Katerina para la tesitura de soprano dramática, ese tipo de voz vigorosa e imponente que se asocia con muchos de los roles protagonistas de Richard Strauss o Richard Wagner —es decir, Salomé, Isolda o, incluso, Turandot de Puccini. Pero Katerina no es sólo una mujer feroz y rotunda, sino que también se caracteriza por la fragilidad emocional: conoce la soledad, la angustia, la humillación y el desengaño amoroso, y Shostakóvich le regala varios momentos líricos que no sólo exigen una gran capacidad pulmonar —no hay que olvidar que la orquesta de Lady Macbeth de Mtsensk, que dirige el maestro Josep Pons, tiene un centenar de músicos y llega a un volumen formidable—, sino una delicadeza muy difícil de encontrar. Esto significa que no es un papel para cualquier cantante: Katerina pide resistencia y humildad, explosividad y capacidad para brillar cuando se acerca al silencio. En las funciones del Liceu, este rol tan complicado —a la vez que tan espectacular y satisfactorio cuando se canta bien— recae en dos sopranos que se caracterizan por la fuerza, el rigor y un timbre de voz de una gran belleza: por un lado, la estadounidense Sara Jakubiak y que debuta en el Teatre; y por otro, la veterana y fiable Ángeles Blancas, una de las grandes voces del circuito español. El segundo papel central de Lady Macbeth, el del amante Serguei, está escrito para tenor spinto, con un registro agudo alto, y recae en dos cantantes de origen checo: Pavel Černoch y Ladislav Elgr.
Si algo caracteriza a esta segunda ópera de Shostakóvich es la riqueza de papeles que propone, más allá del dúo protagonista. Entre los numerosos secundarios, en estas funciones contamos con el tenor alemán Daniel Kirch en el rol de Zinovi Ismailov, el marido de Katerina , y con el bajo Alexei Botnarciuc en el rol de su suegro, Boris Ismailov. El cuarto acto, tan importante en esta ópera, tiene un personaje fundamental, Sonietka, el amante de Serguei, que precipita la muerte de Katerina: este rol, breve pero de gran complejidad, lo afronta Mireia Pintó, una de las leyendas locales del Liceu. Muchos de los papeles menores los defienden cantantes locales: la soprano Núria Vilà es Axinia, y el tenor David Alegret tiene el papel del Trabajador desparramado. El bajo Scott Wilde, que canta el rol del jefe de policía en el tercer acto, ya interpretó a ese mismo personaje en el 2002, en el estreno de Lady Macbeth de Mtsensk en el Liceu.
Ópera represaliada
Lady Macbeth de Mtsensk de Shostakóvich se estrenó en Leningrado en 1934 con gran éxito, destacando por su modernismo musical influenciado por Richard Strauss y Alban Berg. La obra fue celebrada por su tensión instrumental y pasajes líricos, consolidando Shostakóvich como uno de los grandes compositores del momento, con representaciones en Moscú, Leningrado y ciudades internacionales como París y Nueva York. Sin embargo, el éxito de la ópera provocó su caída en desgracia, puesto que, en 1936, tras una representación a la que asistió Stalin, el diario Pravda la condenó por ser demasiado formalista y burguesa. A consecuencia, Shostakóvich recibió presiones para adoptar un estilo más sencillo. La obra fue prohibida en la URSS hasta 1963 —cuando se reestrenó, en una versión censurada, diez años después de morir Stalin— y la versión original no volvió a representarse en Moscú hasta el año 2000. Su valor completo e inmenso radica, pues, no sólo en la ambigüedad moral y en la composición atrevida, sino en el simbolismo del efecto catastrófico que tuvo el ejercicio del poder totalitario sobre el arte moderno en el siglo XX.