Gustavo Dudamel dirige por primera vez «La flauta mágica» de Mozart en el Gran Teatre del Liceu
Después de su éxito la temporada pasada con «Otello«, el reconocido maestro Gustavo Dudamel regresa al Liceu para debutar mundialmente «La flauta mágica». El chileno Paolo Bortolameolli, en tanto, toma la batuta los días 27 de junio y 1 de julio. El tenor Javier Camarena debutará en el rol de Tamino, acompañado de un reparto de grandes voces: Lucy Crowe, Serena Sáenz, Kathryn Lewek, Sara Blanch, Matthias Goerne, Mercedes Gancedo, Julien Behr, Stephen Milling, Pau Armengol, Thomas Oliemans, Joan Martín-Royo, entre otras.
Estrenada en septiembre de 1791, solo dos meses antes de morir, «La flauta mágica» (Die Zauberföte) es una de las obras referenciales de Mozart. Un clásico que recoge melodías excepcionales con un mensaje humanista en el argumento, en el que el compositor expresó sus profundas creencias espirituales. La ópera regresa al coliseo catalán entre el 20 de junio y el 1 de julio de la mano del Coro y la Orquesta del Gran Teatre del Liceu, además de la participación de VEUS – Cor Infantil Amics de la Unió.
Gustavo Dudamel, considerado uno de los directores más carismáticos del panorama actual, coge el timón del foso del Gran Teatre del Liceu para llevar la batuta de «La flauta mágica» de Wolfgang Amadeus Mozart, que estará en cartel del 20 de junio al 2 de julio. “Es un privilegio y un placer volver al Liceu, especialmente con este título tan emblemático y acompañado de un grupo de artistas de un nivel extraordinario. ‘La flauta mágica’ es una obra llena de belleza y de retos, y durante estos días hemos tenido un período de ensayos muy enriquecedor”, expresa Dudamel.
El director venezolano debuta mundialmente este título en el Liceu y dirige todas las funciones excepto las de los días 27 de junio y 1 de julio, en las que Paolo Bortolameolli, Director Invitado Principal de la Orquesta Filarmónica de Santiago en el Teatro Municipal y Director Asociado de la Filarmónica de Los Ángeles (LA Phil), se pondrá al frente de la partitura mozartiana. “Todo en la obra tiene un sentido y nos transmite un mensaje atemporal pese a ser una obra que representa mucho la Ilustración. Tiene que ver cómo nosotros nos vinculamos con la existencia, la dualidad del ser y la búsqueda de la verdad”, afirma el músico chileno.
El mexicano Javier Camarena debuta en el rol de Tamino, un papel delicado dentro de la ópera pues, aunque no tiene grandes momentos virtuosos, debe ser cantado con serenidad, equilibrio y constancia –y además en alemán–. Tamino cuenta con el mayor número de minutos de la ópera, participa en arias, duetos y números corales: es una tarea delicada que merece atención y cuidado. Junto a Camarena, esta «Flauta mágica» contará con varias voces de altísimo nivel, tanto veteranas como emergentes.
El papel de Sarastro lo encarnará Stephen Milling, un bajo de larga trayectoria y mucho oficio. El rol de Papageno recaerá en el barítono holandés Thomas Oliemans –que está también versado en la comedia física– y en el barcelonés Joan Martín-Royo, uno de los jóvenes talentos surgidos de la cantera del Liceu. Pamina será interpretada por las sopranos Lucy Crowe y Núria Rial, dos voces tan equilibradas como expertas, y los números de gran dificultad de la Reina de la Noche los defenderán la norteamericana Kathryn Lewek y la tarraconense Sara Blanch, dos sopranos jóvenes y valientes. Esta producción también contará con la estrella de la anterior producción estrenada en el Liceu, el barítono alemán Matthias Goerne, que tras protagonizar las funciones de «Wozzeck», se ocupará en esta nueva ópera del papel del Orador que recibe a Tamino en el palacio de Sarastro.
La producción de David McVicar
En su ya canónica producción de 2003 para la Royal Opera House de Londres, el director de escena David McVicar quiso volver a la esencia de la historia en todas sus ramificaciones: la simbólica y la lúdica. McVicar no quiere renunciar al cuento infantil y a los elementos simpáticos: aparecen como marionetas el primer pájaro que captura Papageno y la serpiente que amenaza a Tamino, y la Reina de la Noche surge de la oscuridad caracterizada como si fuera la malvada Madrastra de Blancanieves en el clásico de Disney. El director, sin embargo, busca a la vez que «La flauta mágica» brille con todos los elementos adultos que lo han convertido en una obra profunda por su visión optimista sobre el ser humano.
McVicar también expone la lucha ancestral entre la luz y la oscuridad, la inteligencia y la ignorancia, la ciencia y la superstición. Por eso, el palacio de Sarastro aparece recubierto de frases grabadas en las paredes –la escritura como vía de aprendizaje–, y las pruebas que tienen que superar Tamino y Papageno son el camino hacia la sabiduría, que siempre comporta una recompensa: en el caso de Tamino, ser el heredero de Sarastro como portador de la luz junto a Pamina, y en el de Papageno encontrar el amor.