Juan Diego Flórez y el impacto social de un artista | Columna de opinión en revista «Ópera Actual»
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En una nueva columna para la revista Ópera Actual, Alejandra Martí, directora ejecutiva de Ópera Latinoamérica, reflexiona sobre la trascendencia del artista y su rol en la sociedad, poniendo el foco en el caso de Juan Diego Flórez y la organización Sinfonía por el Perú, una entidad dedicada a generar procesos de transformación social mediante la enseñanza colectiva de la música. «La música ha probado ser una poderosa herramienta de desarrollo social de niños, niñas y jóvenes, incidiendo positivamente también en las familias y socios estratégicos de la fundación. Sin duda, las personas que han sido beneficiaras de esta iniciativa impulsada por Juan Diego Flórez tendrán también más competencias y herramientas para este mundo cada vez más tecnologizado y, quien sabe, quizás será un semillero de nuevos artistas para nuestro medio», expresa Alejandra en esta columna.
Por Alejandra Martí
Coincidiendo con el estreno de la película sobre los últimos días de vida de Maria Callas, dirigida por el realizador chileno Pablo Larraín, resulta oportuno reflexionar sobre la trascendencia del artista y su rol en la sociedad. El talento, especialmente cuando un intérprete logra consolidar una carrera internacional relevante, conlleva mayores oportunidades para impactar y mejorar la vida de las personas, ya sea de otros artistas o comunidades. Este principio se refleja en las fundaciones sociales y educativas creadas por destacadas estrellas de la música y la lírica, con casos como la Fundación Andrea Bocelli, que busca empoderar a personas y comunidades que enfrentan situaciones de exclusión social, o el Silkraod Project, el colectivo impulsado por Yo Yo Ma que, entre otras cosas, lleva música a comunidades indígenas, de refugiados o marginadas, a escuelas públicas y prisiones, entre otros.
En Latinoamérica, un caso notable es el de la Fundación Sinfonía por el Perú, creada por el tenor peruano Juan Diego Flórez, Premio ÓPERA ACTUAL 2011. Perú es un país con casi 34 millones de habitantes y grandes desafíos en su sistema educativo con, por ejemplo, tasas de deserción escolar del 6,3 por cien (Minedu, 2021), desigualdad de género o brechas en el mundo rural. En este contexto, Sinfonía por el Perú se ha posicionado como una herramienta poderosa para la transformación social mediante la enseñanza colectiva de la música. Fundada en 2011, la organización ha impactado en 13 años a más de 35.000 niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad de 10 regiones de ese país.
En 2009, Juan Diego Flórez conoció de primera mano El Sistema en Venezuela y a su fundador, José Antonio Abreu, cuando fue a cantar en un concierto con la Sinfónica Simón Bolívar y el Coro de Ópera Teresa Carreño, bajo la dirección de Gustavo Dudamel. Inspirada en esta organización, Sinfonía por el Perú ha logrado establecer una gobernanza sólida y objetivos claros, lo que ha redundado en una mejora en las competencias artísticas de sus beneficiarios y en un gran impacto a nivel social.
A través de estudios con grupos de control realizados en 2014 y 2018 –y que se volverán a realizar este año–, los programas de la fundación han logrado reducir la agresividad en un 29 por ciento, aumentar la autoestima en un 30 por cien, reducir del embarazo adolescente en un 75, postergar el consumo de drogas y alcohol, e impactar positivamente en temas de género, como la disminución de las horas que las niñas dedican a labores domésticas. También ha evidenciado mejoras en los logros en la escuela, con un incremento del 9 por cien del estudio en casa y un aumento del 18 en la práctica cotidiana de la música. Además, a nivel familiar, se han reducido los castigos severos y el tiempo dedicado por los menores al cuidado de familiares, labores domésticas y trabajo.
El rol de las fundaciones privadas en Latinoamérica es crucial para complementar un sistema público con grandes desafíos en términos de acceso y calidad de la educación. En el caso de Sinfonía por el Perú, la música ha probado ser una poderosa herramienta de desarrollo social de niños, niñas y jóvenes, incidiendo positivamente también en las familias y socios estratégicos de la fundación. Sin duda, las personas que han sido beneficiaras de esta iniciativa impulsada por Juan Diego Flórez tendrán también más competencias y herramientas para este mundo cada vez más tecnologizado y, quien sabe, quizás será un semillero de nuevos artistas para nuestro medio.