OLA y Festival de Peralada: Una experiencia de residencia artística para artistas latinoamericanos
En agosto de 2024, Fernanda Videla, jefa escénica del Teatro Biobío (Chile), participó en una residencia artística para el montaje de la nueva ópera Don Juan no existe, escrita por la compositora Helena Cánovas y estrenada en el Festival Castell de Peralada. La experiencia fue articulada por Ópera Latinoamérica (OLA) y el festival catalán mediante una convocatoria para profesionales escénicos latinoamericanos, en el marco de la labor de OLA por apoyar la capacitación de trabajadores/as y artistas latinoamericanos a través de alianzas con otros teatros y organizaciones. Así, la residencia en Peralada fue un precedente para Fernanda, quien posteriormente diseñó la escenografía e iluminación para la nueva ópera Hijas del Mundo, estrenada en noviembre del mismo año en el Teatro Biobío como un proyecto Òh!pera en colaboración con el Gran Teatre del Liceu de Barcelona.
Es el año 1923 y el Teatro Princesa de Madrid estrena el monólogo humorístico Don Juan no existe, de la escritora y dramaturga española Carmen Díaz de Mendoza Aguado, conocida como la Condesa de San Luis. Luego de su estreno en Madrid, en 1924 la obra se traslada para tener su estreno en el Teatro Colón de Buenos Aires. Pasan los años y el texto, que asegura que “Don Juan no triunfaría cuando la mujer se pone fuera de su alcance”, desaparece y la obra cae en el olvido, sin mayores rastros de ella o de su creadora.
Cien años después, la compositora Helena Cánovas (Barcelona, 1994) rescata este episodio histórico para crear una nueva ópera pocket —o en pequeño formato— titulada Don Juan no existe. Sobre lo que olvidamos y lo que permanece. Ganadora de la segunda edición del Premio Carmen Mateu que entrega el Festival de Peralada, Cánovas estrenó la obra en agosto de 2024 durante la octava jornada de este tradicional festival de música y artes escénicas, celebrado anualmente en Peralada, Gerona.
Con una música que tensiona el modernismo de principios del siglo XX y los sonidos contemporáneos, además de una puesta en escena minimalista a cargo de la directora escénica Bárbara Lluch, Don Juan no existe ofrece una relectura crítica y contemporánea de la figura de Don Juan, a la vez que reivindica el rescate de creaciones de mujeres que han sido silenciadas a lo largo de la historia.
Durante las semanas previas al estreno, Fernanda Videla, jefa escénica de Teatro Biobío (Chile), participó en una residencia artística enfocada en el montaje de la obra. Esta iniciativa, fruto de una colaboración entre Ópera Latinoamérica (OLA) y el Festival de Peralada, permite a profesionales escénicos de América Latina conocer de cerca la gestación y producción de proyectos artísticos del festival catalán.
“Desde el Teatro Biobío vimos la residencia como una oportunidad de aprendizaje, en un festival que lleva muchos años de experiencia tanto desde la mirada escénica, como técnica y de producción y desde un formato de ópera pocket”, comenta Fernanda Videla. Este intercambio transatlántico se enmarca, también, en otras articulaciones o alianzas con teatros y organizaciones con las que OLA busca apoyar la capacitación de profesionales de Latinoamérica. Oriol Aguilà, director artístico del Festival de Peralada, destaca que “la ópera de pequeño formato es un espacio necesario y muy útil para poder realizar intercambios entre ambos continentes. Más que una gran producción, no solo por los costes de transporte, sino también por criterios de la necesaria sostenibilidad que tenemos que gestionar y defender”.
Una ventana a la nueva creación
En el proceso el montaje de Don Juan no existe, Fernanda participó como observadora, transitando por las ramas de producción y artísticas de la ópera, además de las áreas técnicas y escénicas como luces, sonido y escenografía. “Tuve la oportunidad de visitar los talleres de realización que trabajan en torno al festival y entender el ecosistema que habilita su funcionamiento y cómo se entrelazan las distintas áreas con la comunidad de Peralada para hacer este evento posible”, comenta Fernanda, quien es actriz y escenógrafa y ha participado en instancias como el laboratorio de creación e innovación escénica TBB Lab y la implementación de la tecnología XR Stage, proyecto realizado en conjunto con la Ópera y Ballet Nacional de Finlandia, OLA y el Centro para la Revolución Tecnológica en Industrias Creativas (CRTIC).
Creado en 1987 por Carmen Mateu, el Festival Castell de Peralada programa recitales líricos —por el festival han brillado las voces de Montserrat Caballé, Hildegard Behrens, Eva Marton, Alfredo Kraus, Ramón Vargas, Kiri Te Kanawa y Jonas Kaufmann, entre otros—, conciertos sinfónicos-corales, óperas —en muchos casos de producción propia— y espectáculos multidisciplinarios de música, teatro y danza.
Otra de las aristas del festival es su atención al mundo educativo y al desarrollo profesional y creativo de jóvenes talentos mediante programas de residencias artísticas. Uno de los espacios dedicados a esta misión es el Campus Peralada, en cuyas ocho ediciones ha recibido a 3 mil alumnos y 150 escuelas y ha desarrollado más de 120 actividades con más de 100 artistas en más de 30 municipios de Alto Ampurdán.
“En ese sentido, destaco la figura del residente artístico, que se cursa principalmente a artistas jóvenes, pero también a coros y orquestas que con un perfil de residencia tienen un protagonismo especial en determinadas ediciones del festival y para los cuales el evento es una fantástica ventana para favorecer el conocimiento tanto a nivel español como internacional”, resalta Oriol Aguilà.
Ópera pocket de exportación
Antes de su participación en el montaje de Don Juan no existe, Fernanda Videla había trabajado en la escenografía de Cavalleria Rusticana (P. Mascagni) y Pagliacci (R. Leoncavallo) —estrenadas en 2022 en el Teatro Biobío, en Concepción (Chile)— y apoyado la coproducción del Teatro Biobío y el Teatro del Lago para la ópera Patagonia (S. Errázuriz), que en febrero de este año tendrá su estreno europeo en el Teatro de la Zarzuela.
“La experiencia de Don Juan no existe creo que iba un paso más allá, ya que en este caso el público estaba en un formato bifrontal, lo que sin duda era muy interesante, pero significaba atender problemáticas técnicas y de puesta en escena que eran desafiantes”, comenta Fernanda.
En la propuesta minimalista de la directora escénica Bárbara Lluch, el protagonismo es del blanco y el negro, los juegos de luces y los espacios de interacción entre artistas durante los movimientos escénicos. Fernanda Videla lo resume así: “La ópera es muy interesante de observar, porque hay muchos recursos que juegan en el total; en este caso, incluso algunos músicos de la orquesta entraban en escena e interactuaban con los cantantes, lo que demostraba un interés de generar un ensamble entre todos los elementos y artistas presentes”.
Más recientemente, Fernanda estuvo a cargo del diseño de escenografía y luces para el montaje de Hijas del Mundo en el Teatro Biobío, una nueva creación de la compositora Marian Márquez, con dirección escénica de Alicia Serrat y que se estrenó en noviembre de 2024 como parte del proyecto Òh!pera, en colaboración con el Gran Teatre del Liceu.
«Creo que es un acierto vincularse entre diferentes instituciones. Por un lado, te permite repartir los costos, pero, por otro lado —no menos importante—, este esfuerzo colectivo permite que la obra se visibilice en diferentes lugares, diversificando al público que habita en otras regiones del país» — Fernanda Videla
Considerada también como una ópera pocket o en pequeño formato, Hijas del Mundo relata un futuro distópico donde la catástrofe ambiental ha alterado profundamente la vida en la Tierra. “De una manera similar a Don Juan no existe, el proyecto de Hijas del Mundo tampoco responde a la frontalidad, es una experiencia que apela a lo inmersivo, igualmente cercano, rompiendo con la estructura mental que yo personalmente tenía de la ópera”, comenta Fernanda.
En relación con estas nuevas ideas de expresión, inmersión y conexión con la nueva creación lírica, Oriol Aguilà afirma que, desde el Festival de Peralada, “procuramos tener una constancia necesaria para demostrar que la ópera es un arte vivo y que debe conectar con las realidades de hoy para no permanecer como una reliquia intocable, para contemplar, ser contemplada en un museo”.
Fernanda coincide: “Me parece evidente que enfrentar un formato de ópera para una institución cultural es difícil por los costos que implica abordar este tipo de espectáculo. Creo que es un acierto vincularse entre diferentes instituciones. Por un lado, te permite repartir los costos, pero, por otro lado —no menos importante—, este esfuerzo colectivo permite que la obra se visibilice en diferentes lugares, diversificando al público que habita en otras regiones del país”.