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Daniel Bianco: “La creación contemporánea es un aliado para evitar que los teatros líricos se conviertan en museos”

Entrevista a Daniel Bianco, Director del Teatro de la Zarzuela

 

Daniel Bianco está vinculado al mundo del teatro desde que finalizó sus estudios de Bellas Artes, especialidad en escenografía de teatro y cine. Trabajó como ayudante de escenografía y vestuario en producciones de ópera y teatro. Ha sido Director Técnico del Centro Dramático Nacional, de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y del Teatro Real, y Director Artístico Adjunto del Teatro Arriaga de Bilbao. Desde noviembre de 2015 ocupa el cargo de Director del Teatro de la Zarzuela.

 

Tu trayectoria como escenógrafo durante muchos años te permitió conocer en profundidad teatros latinoamericanos y europeos. Ahora como director artístico de La Zarzuela, cuáles crees que son las principales diferencias entre los teatros de ambos continentes?

Europa es el origen de esta forma de arte (el teatro lírico o teatro musical) que es la suma de todas las artes conocidas. Sobre ella pesa -en el más extenso sentido de la palabra- la Historia, que ha deambulado durante más de tres siglos por muchos de sus teatros. Este pozo de incalculable valor a veces da frutos espléndidos. Otras veces, la tradición pesa en exceso y no se acierta a dar con la flecha en la diana, ya sea por agotamiento de los lenguajes conocidos o por los intentos fallidos en la búsqueda de nuevas gramáticas. Latinoamérica, en cambio, mantiene la frescura y el ímpetu de una sociedad que sigue siendo muy joven, por eso me llama la atención que en ocasiones fije demasiado su mirada sobre lo que se hace en Europa. Más allá de estas generalidades y de las ventajas e inconvenientes derivadas de ellas, cada teatro y -diría más- cada espectáculo es diferente y mi experiencia aquí y allá ha sido tan variada como gratificante.

 

Siendo argentino radicado en España, cómo ves el futuro de la ópera en Latinoamérica y dónde crees que deben focalizarse los esfuerzos de los teatros?

Creo que el mayor reto que debemos afrontar es que los teatros líricos de América y Europa sigan siendo un lugar de encuentro para las generaciones venideras. Porque eso es un teatro, un espacio para encontrarse con uno mismo y con los otros, un espacio para el disfrute y el conocimiento, que nos hace libres, y al que se llega con un gesto de solidaridad. Si nuestra actividad no va orientada en esa dirección, los teatros líricos dejarán de cumplir su función social y cultural. Debemos hablar el mismo idioma de nuestro público y hablarles de sus inquietudes. Como dice Lorca, «el teatro es una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre”. Creo firmemente que esta frase puede convertirse en un axioma sobre el que llegue la renovación del género lírico.

¿Qué opinas de la importancia de la nueva creación para el futuro del género y para la relación con las nuevas audiencias?

En el Teatro de la Zarzuela se está demostrando que la renovación del repertorio mediante la programación de obras de nueva creación no es solo el cumplimiento de un principio de política cultural, sino una vía muy adecuada para seguir seduciendo al público. Al de siempre y, por supuesto, al que se acerca por primera vez a este teatro centenario porque no saben lo que hacemos aquí dentro. Lo hemos vivido hace muy poco con las funciones de la ópera contemporánea “La casa de Bernarda Alba”, de Miquel Ortega. Las ocho funciones tuvieron una ocupación muy alta, similar al gran repertorio más popular. Y lo más sorprendente fue que la afluencia de público joven se incrementó en más del doble del habitual. Hubo funciones en las que prácticamente la mitad del aforo eran chicas y chicos menores de 35 años. Si la actualidad de los argumentos -más cercanos a nuestra realidad- y las innovaciones propias de los compositores contemporáneos en el uso teatral y dramatúrgico de música van de la mano de una estética escénica comprensible, pueden ser elementos más que suficientes (e incluso sobresalientes) para la creación de espectáculos atractivos que gusten a la inmensa mayoría del público. No se le debe tener miedo a la creación contemporánea. Al contrario: es un aliado indispensable para evitar que los teatros líricos se conviertan en museos.

© Miguel Ángel Fernández

¿Cuál crees que es el valor del trabajo en red, y cómo crees que la adhesión a OLA repercutirá en la relación de La Zarzuela con Latinoamérica?

Tenemos una lengua común que la hablan más de 500 millones de personas en todo el mundo. El Teatro de la Zarzuela es único en el mundo precisamente por dedicarse en exclusiva a la difusión del teatro musical en español: zarzuela, ópera, género chico, revista, comedia musical… Desde Lope de Vega y Calderón de la Barca hasta nuestros días, estos géneros han buscado una voz propia e inconfundible en las raíces culturales que compartimos a ambos orillas del Atlántico. Definitivamente, este es un patrimonio compartido que debemos aprovechar al máximo, poniéndolo en valor con decidido tesón, y articulando mecanismos de colaboración entre teatros con intereses artísticos convergentes. La zarzuela goza de una salud excelente en España, pero también en México, en Argentina, en Cuba, en Colombia y tantos otros países cuyo público la disfruta. Por eso, creía primordial que el Teatro de la Zarzuela volviera a pertenecer a OLA. Poder dialogar sobre la experiencia de nuestras realidades particulares es siempre enriquecedor y este conocimiento compartido puede servirnos de base para la creación de proyectos comunes.

 

¿Qué consejos le darías a los artistas latinoamericanos que quieren llegar a Europa ya sea a cantar, dirigir o ser parte del equipo de producción de un espectáculo?

No soy partidario de dar ningún consejo, porque cada uno encuentra su camino y su lugar en el mundo. Yo, sin preverlo ni buscarlo, lo encontré en España hace más de 30 años. Sólo me atrevería a hacer una reflexión con los jóvenes artistas: estés donde estés, estudia, investiga, aprende de todo lo que hagas y no pierdas la capacidad de ser curioso, de sorprenderte y de disfrutar con lo que vayas encontrándote por ese camino.

 

¿Cuáles han sido tus principales desafíos estos 3 años al frente de La Zarzuela y qué planes tienen para el futuro?

Mi objetivo principal no es otro que trabajar lo que sea necesario para que todos sientan que el Teatro de la Zarzuela les pertenece, que en él hay lugar para todo tipo de públicos y que se descubra en él el tesoro de una herencia y un patrimonio cultural de primer orden: la música española y el teatro lírico en español.

Por eso seguiremos recuperando títulos olvidados de gran valor, seguiremos apostando por la creación contemporánea y por descubrir nuevas miradas a la hora de afrontar el gran repertorio popular. En especial, en nuestro proyecto Zarza, zarzuela hecha por y para jóvenes, que tiene como objetivo primordial lograr que el público joven se acerque sin miedo y libre de ataduras a la zarzuela, dándole así continuidad y asegurando su futuro.